martes, mayo 30, 2006

Il n'y a pas d'amour heureux. G.B./F.H.




Se presentó a mí
con su sonrisa suave
y su vocabulario ingenuo,
con sus modales tímidos
y sus respuestas sorprendentes,
con su abandono dulce
y su pelo caprichoso,
con su mirada firme
y su sorpresa infantil,
con su pregunta tan sencilla
que no le podía contestar.
. . . . . . . .
. . . . . . . .
Si tuviera eso que rechacé
y no he vuelto a encontrar

L'amour s'en va. F.H.


"El amor va y viene como las
golondrinas, y hay que darle de beber,
amor, en cada esquina" (Fragmento de canción)


Que pena más grande tengo
que pena más desgarrada;
que triste se queda el campo
que triste sin tu mirada.


El árbol ya no da fruto,
la mies, quiere y no grana
y el agua que antes corría,
ahora se encuentra estancada.

Los conejos saltarines
ya no salen de su casa,
y cuando por el monte arriba
suena la trompa de caza,
los venados que aún había
lloran lágrimas de plata.

Porque ya no estás aquí,
porque tu mirada clara
ya no luce en los rincones
ya no refleja mis ansias;
porque tus ojos tan verdes
no me dan ya su mirada,
porque tu cara de niña
ahora ya no pide nada.

Se quedó quieta la noria
y el mulo que la llevaba
se tumbó triste, qué lento
solo en la arena parda.

Y yo con los ojos vacíos
vago buscando tu alma.

jueves, mayo 25, 2006

Cine también

Ví ayer Misión imposible III. ¡Qué ruido, madre! Pero debo reconocer que pasé el tiempo, dos horas, cómodo y sin removerme demasiado en la butaca (con otras no he sido tan sosegado) y me distraje viendo tal cantidad de destrucción. Recuerda a la serie original en el modo de encargar el trabajo y en la complejidad de la preparación, pero lamentablemente ahí acaban los parecidos. Quizá es que me estoy haciendo mayor y lo de los tiempos pasados... El único miedo que tengo, es que me lea Milkas y me gane un garrotazo en el occipucio.

Los recuerdos y el mar




Cuando oigo el golpe sordo de la ola sobre la arena
tu recuerdo me vuelve,
y el aroma de la dama de noche
entra por las yemas de los dedos
y me inunda con tu imposible presencia,
llena de pavorosos silencios, harta de inútiles retornos.


Pero el mar no vuelve a la playa
por sus recuerdos.
Tan solo vuelve.
Simplemente vuelve.

Aguarda sin prisas, sin apuros.
Y cuando mata
lo hace sin sentimientos;
no necesita razones, ni planea, ni busca.
No siente remordimientos, ni placer, ni dolor.

No olvido cuando saliste
y me dejaste ávido de amor.
Y me dejaste,
solo me dejaste.

martes, mayo 23, 2006

Desde Entonces


Yo sé que tú no lo crees,
tú sabes que yo lo sé.
Más cuando dices te quiero
los dos lo tomamos y olvidamos la razón.

Cuando dices cuánto has añorado mis besos
yo sé que no ha sido así.
Tú sabes que yo sé,
pero nos besamos con esa ternura especial
que conocemos
y nuestros besos son amor.

Cuando dices que no puedes aguantar más
yo sé que seguirás con él,
tú sabes que yo sé,
y nos amamos con furia.

Cuando te cuento las soluciones que he inventado
en alguna noche desde entonces,
tú sabes que es una historia irrealizable,
yo sé que tú sabes,
pero aquí es verdad y la noche es larga.

Cuando te levantas por la mañana
y todos los planes que hicimos
están difuminados y tan lejos,
yo sé que vuelves a casa,
tú sabes que yo sé,
y otra vez el tiempo toma su ritmo.

O quizá más?

jueves, mayo 18, 2006

Un día Martes





Yo he visto en un día Martes romperse la sombra simplificada de una niña, y he oído como el rencor atraviesa la verja de bronce, se arrastra por el camino enarenado, se cuela por el balcón de la biblioteca y se sienta en el butacón de cuero frente al fuego. Yo he conocido los árboles cantores y el salvaje crepitar de la llama en el trigal. Yo he sentido el calor de unas manos y el bronco latir de la campana funeral. Yo he soñado una eternidad de pasos frente al mar. Yo he gustado de los besos de la flor y del abrazo de la tierra. Yo he tenido en mis manos la fe. Yo he roto promesas y pasados. Yo me he sentado en la valla límite y he meditado . . . y ahora

Soy la peana
que sostiene los sueños de los hombres

y cuando Federico pregunta,
y cuando María pregunta,
y cuando José pregunta,
y cuando Lola pregunta,

me da vergüenza explicarles . . .

lunes, mayo 15, 2006

Desde ayer llueve


Parece mentira para la época del año, pero desde ayer llueve. Llueve continuamente sin apenas resquicios de no lluvia. Esta mañana ha granizado un rato, y las calles se han cubier­to de una capa blanca, peligrosamente resbala­diza. Asomado a la puerta se distingue una cor­tina de agua, que a veces aumenta, a veces dis­minuye, pero nunca deja mucho campo a la visión. Las calles están vacías de nada que no sea agua más o menos sólida. Un perro que se atrevió a desafiar la tormenta, se ha quedado clavado en el barro. Por muchos esfuerzos que hace para se­guir su camino, no consigue despegar sus patas del suelo. Después de comer lo he mirado y si­gue allí, ya sin hacer esfuerzos, como confor­mado con su suerte. Del monte bajan verdaderos torrentes que arrastran a su paso piedras, ba­rro y algún que otro gato despistado. EL mar se estrella contra los parapetos del paseo maríti­mo, y se dice que ha derribado alguna casa de pescadores. El perro, casi convertido en barro, tiene el hocico pegado a la tierra. Después de la siesta todo sigue igual. Da la impresión que han pasado varios días, pero en realidad no han sido ni 24 horas. EL viento se lleva los retratos de seres ya desaparecidos y las ramas de los árboles golpean en las ventanas, como pidiendo asilo, para protegerse de la tormenta. Es un ruido monótono que infundía nerviosismo en las primeras horas. Ya ha pasado a formar parte de nuestra vida, como la lluvia, como el viento. Las macetas han perdido sus flores y da la impresión que van a empezar a crecer hier­bas entre las juntas de los ladrillos del patio.
Esa conversación, ¿ fue anoche o ha sido hoy ? Quizá solo ha sido ima­ginación. Quizá no ha habido noche y solo el sueño de una noche.
¿ Existe algo que no sea llu­via ? ¿ Estamos despiertos ? ¿ No será todo un ex­traño sueño ?
El agua cae persisten­te, con incansable monotonía...

miércoles, mayo 10, 2006

Es Málaga



A los que gritaban en las asambleas,
a los que sentados en la escasa hierba
soñaban a California,
a los grises que desayunaban en su aula,
a los que se jugaban en el bar el dinero
de unos y otros,
a los que pretendían estudiar economía,
( había algunos también )
a aquellos para los que la matrícula anual
era un trámite innecesario,
a aquellos que peleaban frente al tablón de anuncios
por un trozo de papel.

a todos aquellos que amaban,
a todos aquellos que reían,
a todos aquellos que luchaban,
a todos aquellos que sufrían,
a los que estudiaban
en la Facultad de Económicas de Somosaguas,

dije adiós

buscando el calor que faltaba
en la nueva y envejecida
en la enrejada Facultad de Económicas de Somosaguas.

calor
calor humano para restaurar los tejidos del alma
...............................................................

Es Málaga, y el edificio de la Facultad
está abierto a todas las corrientes.
En el patio central
florecen las azaleas y los geranios.

Es Agosto
y el sol hace rejuvenecer el sexo de miles de turistas

.................se respira la vida...................

martes, mayo 09, 2006


Por favor, decidles a aquellos que pisotean los geranios que en el fondo del mar, existe un templo dedicado a la búsqueda de la luz, y que en él un hombre llora todas las noches por las flores muertas.

Decidle también que unos ojos de cinco años esperan todas las mañanas que los acerquen a la ventana para empaparse de luz y de recuerdos.

Aún más, podéis decirles que en las noches azules, los perros que ladran a la luna están atentos a los gemidos que lanza el geranio incomprendido.

Y añadid, si os queda tiempo, que el tarmenoi carmesí solo se da en los sueños estragados del hombre que escribe y canta con voz de sol y mareas irregulares.


Todavía, no os vayáis todavía y llevad con vosotros este pequeño amor que encontré esta mañana entre las ropas revueltas de mi cama, y recordad a aquellos que no creen en la pureza del mar, que pueden leer en el vuelo de las gaviotas y en el estertor de los peces condenados.

Esa nube es azul


Esa nube es azul y tengo unas monedas en el bolsillo

¿ tú crees que podría comprarla ?

porque aunque yo crea que tengo suerte y poder, y el amor de aquellos ojos, cuando se oye el grito - a menudo suena como las campanas de las boyas marinas que asustan a los tiburones y a las gacelas, y avisan a los peces de mil colores que es la hora de cambiar el rojo por el amarillo - hay como un desvanecimiento de la realidad y mi cabeza se llena de figuras deformes que me enseñan los dientes y se rompen como gotas de lluvia sobre el asfalto; es entonces cuando mis manos se mueven independientes de mi voluntad, no atienden mis órdenes, y yo las contemplo como si fueran las manos de otro; no me transmiten las sensaciones que reciben y andan un camino en el que yo no tengo paso, y sé que no puedo impedirles que se muevan libres - además no sé si lo deseo - mientras no cese el grito que llena la habitación. Cuando se acaba quedo sin saber que hacer conmigo, como si ya no quedara nada que hacer, que pedir, que amar, que . . .

es una sensación de laxitud plena

pero escucha, escucha esa palabra que vive y vuela; desde allí verás las ideas pequeñas, y los perros, y los campos de trigo, y el mar -¿ y el mar ? - y el canto de la tórtola, y la lluvia, y el tiempo, y las sombras de los antiguos socios, y las piedras, y la llave que abre esa puerta, y la incertidumbre, y el dolor . . .

pero escucha, escucha y sueña.

domingo, mayo 07, 2006

EN EL CASINO



En Navidad, hace tiempo.

Hay quien dice que no recuerda nevada parecida en la localidad. Sea así o no, por las calles hay dos palmos de nieve. En los campos no se distingue una viña de un rastrojo y el frío po­ne notas de color en las mejillas de los escasos transeúntes. Estamos resguardados en el casino después de cenar. El coñac nos proporciona un agradable calor inte­rior. Eulalio es el barbero del pueblo, es peque­ño y al hablar agita mucho las ma­nos. Lleva fijador en el pelo, bueno decir fijador es un eufemismo, más que fijador pare­ce grasa de tractor. Da la impresión de estar bastante bebido, lo que no es una novedad. Se acerca a Javierete y le pide 5.000 pts., después de contarle que lleva perdidas 3.000 arriba jugando al bacarrá. Recibe la ne­gativa con buen humor y se aleja a la busca de otro pichón. En la barra está Diego " el burraco ". Su pelo no se acuerda ya del planchado de la ma­ñana y bebe ginebra con limón desde hace rato. Está reconocido como el mejor electricista de automóviles de la Mancha. Le cuenta algo a Jose. A éste no le in­teresa y quizá a él tampoco. Otra vez se nos acerca Eulalio y trae un hombre que luego nos enteraremos que se llama - o le llaman - Bole­to. Es carnicero y tiene un bar. Lleva boina, blusón negro largo - casi no se ven ya - y bo­tas de vendimia. Sus cejas parecen una uve in­vertida y quizá eso es lo que da a su cara ese aire de tristeza gris, o quizás son los tres mil duros que dice haber perdido. Se sienta al lado de Smitty - boina, gafas muy gruesas, cha­queta y chaleco de lo que debió ser un traje marrón de espiguilla, pantalones vaqueros azu­les y botos –. Smitty es norteamericano y amigo de Javierete. Cuenta que está haciendo un viaje por Europa aunque, la verdad, no sabemos cómo se han conocido y ha llegado hasta aquí. Posiblemente la impresión de estos días le dure años. Viaja siempre con su guitarra, un atril y una banquetita especial para apoyar el pie. Raro, muy raro. Boleto mira a Smitty y éste mira a Javierete como pidiendo ayuda. Luego nos diría que lo primero que le pasó por la imaginación fue la sencillez elemental de aquel hombre. Que le llamó la atención pero no podía dar razones de ese pensamiento. Niño, danos un golpe a estos señores y a mí. Nuestras copas se vuelven a llenar. Boleto mira a Smitty. Smitty mira a Boleto. Boleto di­ce, coño! Smitty le da la copa de vino. Bole­to bebe y dice gracias. Eulalio habla con el pre­sidente del casino - pequeño, delgado, feo y con ciertos aires de intelectual - que parece que nos ha tomado cariño, o quizá es que le gusta hablar con nosotros. Es posible, también, que no quede nadie con quién hablar. Le da a Eulalio 1.000 pts. Nos saluda, se sienta, invita a una ronda y habla de metafísica. Es ampuloso y grandilocuente. No le entendemos ni más ni menos de lo que se entiende él mismo y, así, todos más tristes.

Continuará...