
Estoy sentado,
pensando en un mar sin fondo
que se me sale del pecho ....
y es ella que vuelve
y es la noche que llega
y es un brote tierno como un río
y son ramalazos de humo
que ocultan las manos
y son palabras que nos dejan ciegos
y es un chorro de agua
que limpia la mirada
y son las manchas de una vieja pared
que hablan
y es un pensamiento insólito y temerario
y es un dibujo hecho por un niño
y es un torso de mármol ennegrecido
y es una luz verde, amarilla, roja
y es una gota de licor reflejada en el cristal
con apariencia de lagarto al sol
y son los ojos de un niño azul
y son muchas piernas que andan
gritando
y es el silencio de las olas al amanecer
y es la angustia del moribundo
que cree que sabe
y es el deseo de las flores
nunca conseguido
y son las palabras al parecer ilógicas
de una vieja con pañuelo y desdentada
y son unas bulerias jaleadas por caracoles sin cuernos
y es un hombre que se llama a sí mismo Jarrito
y nadie sabe por qué
y son los labios de la niña
que sorben el néctar de la rosa
y es un caballo sin cabeza
que llora en la oscuridad
y son las ramas del sauce
que acarician la tierra mojada
y es un copo de nieve
que cae sobre la brasa
y es la sombra alargada de un peregrino
sin cayado
y es el sexo disimulado
con aire de dios ausente
. . . . . . . . . . . . .
y es una oración al amanecer
y es un sollozo al morir el día
pensando en un mar sin fondo
que se me sale del pecho ....
y es ella que vuelve
y es la noche que llega
y es un brote tierno como un río
y son ramalazos de humo
que ocultan las manos
y son palabras que nos dejan ciegos
y es un chorro de agua
que limpia la mirada
y son las manchas de una vieja pared
que hablan
y es un pensamiento insólito y temerario
y es un dibujo hecho por un niño
y es un torso de mármol ennegrecido
y es una luz verde, amarilla, roja
y es una gota de licor reflejada en el cristal
con apariencia de lagarto al sol
y son los ojos de un niño azul
y son muchas piernas que andan
gritando
y es el silencio de las olas al amanecer
y es la angustia del moribundo
que cree que sabe
y es el deseo de las flores
nunca conseguido
y son las palabras al parecer ilógicas
de una vieja con pañuelo y desdentada
y son unas bulerias jaleadas por caracoles sin cuernos
y es un hombre que se llama a sí mismo Jarrito
y nadie sabe por qué
y son los labios de la niña
que sorben el néctar de la rosa
y es un caballo sin cabeza
que llora en la oscuridad
y son las ramas del sauce
que acarician la tierra mojada
y es un copo de nieve
que cae sobre la brasa
y es la sombra alargada de un peregrino
sin cayado
y es el sexo disimulado
con aire de dios ausente
. . . . . . . . . . . . .
y es una oración al amanecer
y es un sollozo al morir el día
