
Imaginen la saña del asesino para causar esas heridas con una gorra; le tuvo que dar por lo menos 1.000 gorrazos en el mismo punto.

Menudo carácter el de este juez... cualquiera le rechistaba. Y porque no tenía una silla eléctrica cerca.

¡120 pechos ! ¡Quién la pillara ! «Atrévete», invita el anuncio. Y no es para menos. «Ponte a cubierto», diría yo.
