domingo, mayo 18, 2008

CARMEN






Los juegos de luces y sombras, los efectos espectaculares del fuego, los rasgueos de las guitarras, las palmas al compás, las voces roncas de los cantaores y las más delicadas de las cantaoras, los volteos de volantes, el taconeo duro de la bailaora, los alardes del jinete y su caballo, los movimientos de Carmen frente a caballo y caballero, los acercamientos y los desplantes, y por fin, la entrega y el paseíllo juntos.
Ese juego de acercarse pero no tocarse, de llamar y volverse sin esperar respuesta, de pedir y no dar, ese despliegue de artes de seducción... todo ello sobre el albero reluciente y, a la vez, en sombras, generaba una magia que absorbimos por los poros y nos dejó recuerdos imborrables.
Ya han pasado años y sigo recordando a Távora en Sanlúcar.